Libros
Pedro Salinas: mucho más allá del amor
Día 21/04/2013 - 02.20h
«Poesía inédita»recupera ciento cuarenta y dos poemas desconocidos del poeta de la Generación del 27
Pocas veces la lengua castellana tuvo un Cupido como él, un
ángel debido al amor, siempre tan sencillo y claro que García Lorca
decía de él que escribía un género verdaderamente especial, las prosías.
Sus razones de amor, su voz a ella debida, su teatro tan poco conocido,
sus estudios y ensayos, su pasión por aquella estudiante norteamericana
que le hechizó el corazón en la Residencia de Estudiantes en 1932, aquella Katherine Prue Reding,
aquel exilio del que nunca pudo regresar, la Patria al otro lado del
Atlántico, y el aula en aula, de lección en el lección por los Estados
Unidos.
Pedro Salinas, arquitecto de un hermoso edificio tantas
veces construido silva a silva, Pedro Salinas, la presencia un poquito
más mayor del 27, maestro del hipocondríaco Cernuda, adalid de aquel pastorcillo de Orihuela llamado Miguel. Pedro Salinas, como el jenial
Juan Ramón al que siempre admiraría a pesar de los pesares, a pesar de
los discutires, a pesar de que el Nobel cambiara en una ácida broma el
«La voz a ti debida» por un «La voz a mí debida», Salinas como JRJ,
no paró de escribir apenas un solo día de su vida. Ahí están sus
libros, pero como es habitual en el oficio de poeta muchos de sus versos
acabaron durmiendo en escondidos cajones, traspapelados los unos con
los otros, dispersos.
Letra endiablada
Ciento cuarenta y dos de estos poemas inéditos han sido reunidos en «Poesía inédita» (Ed. Cátedra) en una rigurosísima edición de Montserrat Escartín Gual,
catedrática y experta en la obra de Salinas. Escartín también es la
autora de la exhaustiva y esclarecedora introducción. Sin duda, un
trabajo de edición muy complejo. «Ciertamente –explica Montserrat
Escartín–, el obstáculo más importante ha sido descifrar la caligrafía del autor, cuya endiablada letra ha convertido la transcripción en un constante ejercicio de paleografía.
Otra dificultad ha sido la consulta de los manuscritos en distintos archivos; el principal, en la biblioteca Houghton de Harvard,
donde se custodia el legado de Salinas. Más allá de la caligrafía y la
distancia, los frágiles soportes materiales donde fueron escritos los
inéditos, la ausencia de datos para fechar los poemas, y la mala
catalogación de los manuscritos han convertido su publicación en un
apasionante desafío».
Cantidad y calidad
La editora aporta más detalles. «Como en La carta robada de
Edgar A. Poe, los inéditos de Salinas siempre estuvieron ahí, ante los
ojos de los investigadores, siendo la hermética caligrafía del poeta lo
que ha logrado que pasaran desapercibidos y no se catalogaran. Fue la
cantidad y calidad de estos inéditos lo que nos decidió a reunirlos en
un volumen. El resultado es una antología de piezas muy diversas: desde
esbozos con mayor o menor grado de elaboración a poemas ultimados».
A menudo, Salinas volvía sobre poemas antiguos. Cabe
preguntarse si esta actitud guarda algún parecido con la de Juan Ramón
Jiménez, que siempre llamó a su creación «obra en marcha». «Creo que la
técnica de Salinas consiste más en aprovechar materiales descartados que
en corregir una y otra vez la obra ya publicada; aunque, al escribir,
sí aplica el mismo rigor que su maestro».
Además de en verso libre, estos inéditos también nos
muestran a un maestro en poemas de estrofa clásica, con rima. «La opción
de Salinas por el verso libre es muy temprana y se mantiene en toda su
producción –continúa Escartín–, lo cual no impide que, ocasionalmente,
elija la estrofa, caso de siete sonetos descubiertos o la presencia del
isosilabismo. Sorprenden algunos poemas muy breves, en la línea de la
poesía gnómica; y, en menor número, otros con largos versículos, de 20,
23 ó 26 sílabas en su etapa final, que obligan al estudioso a plantearse
si eran indicios de un acercamiento del autor hacia el poema en prosa,
experimentos de métrica o simples tanteos descartados».
Trascendencia y soledad
Se suele tener a Pedro Salinas por un poeta del amor, pero
estas poesías nos hablan de muchas más cosas, de su trascendencia, de la
soledad, de la incomunicación, de las dudas existenciales, incluso
encontramos un desgarrador poema dedicado a la guerra, como «¡Oh, vosotros, hermanos!»
«Este es uno de los atractivos para el lector: descubrir en los
inéditos la presencia de temas nunca tratados por Salinas en su poesía
publicada, como la llegada de los nietos; la enfermedad invalidante; el
desarraigo; la realidad de la vejez; y otros, que le llevan a especular sobre el sentido de la vida o a meditar sobre la figura de Dios,
motivo ausente en su poesía impresa. Para los estudiosos, en concreto,
el libro reúne rasgos muy impropios del estilo de Salinas que obligará a
revisar mucho de lo escrito sobre su poesía».
¡Oh, vosotros, hermanos!
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