Cine
Oscar Isaac: «No me gustan las emociones sin sentido, busco historias con significado»
Día 03/01/2014 - 17.35h
El actor guatemalteco tiene serias opciones de Oscar por «A propósito de Llewyn Davis», homenaje de los hermanos Coen a la música folk
Cinco décadas han pasado desde que los trovadores y los
poetas del folk poblaran el Greenwich Village neoyorquino. Ellos
llenaban los locales nocturnos de humo, café y canciones, que influyeron
notablemente en los grandes artistas de la época. El ultimo
reconocimiento a esa era lo hacen dos grandes; Ethan y Joel Coen, probablemente los hermanos realizadores con más talento que ha dado la historia del cine.
Su nueva cinta se titula «A propósito de Llewyn Davis»,
un retrato de los días bohemios de 1961. La inspiración para crear al
personaje, el clásico antihéroe al más puro estilo Coen, la encontraron
en Dave Van Ronk, un cantante real que cantó con Bob Dylan
y permaneció siempre en su barrio de Nueva York hasta que murió en el
2002. Su biografía, «The Mayor of MacDougal Street», nos traslada a la
calle que fue casa del Gaslight Cafe y otros clubs de los sesenta. Una
semana en la vida de Llewyn Davis es suficiente para descubrir a un
personaje al que los problemas no dan tregua. Para bucear en la piel de
este hombre atormentado los Coen eligieron al guatemalteco Oscar Isaac,
un actor que podría arrebatar la estatuilla de este año al mismísimo Tom Hanks.
«Mi personaje prefiere pasar hambre o ser la burla de sus
amigos, antes que venderse. Como actor siempre buscamos historias con
significado, a mi no me gusta mostrar emociones sin sentido, no me gusta la afectación». Si algo destaca en el cine de los Coen
son sus personajes auténticos, originales, viviendo a caballo entre la
desesperación y la tortura constante. «Los cantantes folk eran los DJs
de entonces. Encontraban canciones antiguas y las presentaban al publico
que les seguía», explica Isaac.
Guiado por sus once nominaciones en los Grammy, el
productor musical T- Bone Burnett ganó cuatro de esos premios con el
filme de los Coen «O Brother». Ahora vuelve a compartir creditos con sus
directores fetiche. «Jamás había trabajado con un actor que pudiera
tocar y cantar este estilo de música con tanto talento. Oscar es crudo, honesto, te hace sentir que estás en otro país», explica T-Bone.
Isaac nació en Guatemala, aunque creció en Miami, y está
considerado como uno de los actores latinos con más proyección en
Hollywood. A sus treinta y tres años se encuentra escalando al éxito.
Graduado en la prestigiosa escuela de Juilliard ha destacado en títulos
como «W.E.», junto a Madonna, «Won’t Be Back», con Maggie Gyllenhall,
«10 years» y «Drive». «Con Carey Mulligan trabajé en "Drive" y ahora en
"Llewyn Davis" y debo confesar que tenemos una relación magnifica.
Estamos buscando nuestra tercera colaboración, puede que sea "Macbeth"»,
confiesa Isaac.
Falso biopic
Los Coen han creado un falso biopic con «A propósito de
Llewyn Davis», un viaje al centro de la vida de un bohemio que no
acierta a subirse en el tren de la fama. «Mi personaje va de mal en peor, es una tragedia.
Lo que más admiro de los hermanos Coen es que no se desvirtúan en sus
películas, son artistas auténticos. Desde que rodaron «Sangre fácil» han
mantenido su independencia a la hora de contar sus historias y es algo
muy raro en esta industria».
Para Joel y Ethan su cinta es un tributo a los músicos que transportaron el antiguo soul de «O Brother» a sus contemporáneos. «En los sesenta había una enorme creatividad en Nueva York.
Al mismo tiempo que ocurría la escena del folk en el Village estaban
los Expresionistas Abstractos en Cedar Tavern, otra parte del Village.
Había una gran revolución en el jazz, que se sucedía en todos los clubs
de la mitad de la ciudad. Había lugares que servían como intersección.
Incluso entre los folkies existían diferencias”, explica Joel, que como
su hermano investigó durante años la escena de Nueva York antes de
llevar «A propósito de Llewyn Davis» a la gran pantalla.
«Este guión estuvo durante mucho tiempo en un cajón, hasta
que surgió la oportunidad de poder llevarlo a cabo», asegura Ethan. Los
hermanos Coen varian su estado violento, que no sombrío, por ese otro
que se llena de música y que ya firmaran en cintas como «O Brother» o
«Valor de ley». «Nosotros escuchamos la música de gente muerta.
No conocemos mucha música contemporánea. Tengo un hijo de diecinueve
años, pero no conozco la música que él escucha. Mi mujer me dijo que
ahora hay muchos grupos que están directamente influidos por la música
que mostramos en el filme», explica Joel entre risas.
Antes de despedir a este dúo de genios les pregunto por esa
remota posibilidad de hacer la secuela de «El gran Lebowski». «John
Turturro ha estado trabajando en una historia durante mucho tiempo, ni
me acuerdo de cómo es. Pero no creo que la hagamos», dice Ethan, a lo
que su hermano responde con rotundidad «que no, que no va a suceder». A
su aire, expresando sus opiniones en su cine y poco en la conversación
los hermanos Coen se revelan como historiadores de la cultura
norteamericana. «Sería abrumador pensar en el legado.
Creo que como directores lo único que queremos es trabajar, conseguir
proyectos que nos inspiren y poder llevarlos a la gran pantalla»,
termina diciendo Ethan.
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